Vuelta al pasado para regresar al futuro

Doc llamó al Racing para quedar el sábado por la noche. A las nueve en Mendizorroza. Cambió el párking de un centro comercial de la película por un campo de fútbol. Allí le enseñaría su último descubrimiento, un viejo DeLorean modificado con capacidad para viajar en el tiempo gracias al condensador de flujo, esa máquina con la que había soñado treinta años antes y que por fin había adivinado para qué podía servir. Apenas tuvieron tiempo de estar juntos, de que uno se explicara y de que el otro comprendiera, ya que de pronto aparecieron unos terroristas islámicos que tirotearon al científico y obligaron al conjunto cántabro a subirse al vehículo, entrar en un agujero de gusano y aparecer en pleno mes de noviembre, cuando las cosas iban mal. Hay muchas razones para viajar en el tiempo. Cuando la ficción camina hacia el futuro se utiliza para presentar distopías con las que criticar el estado actual de las cosas, que son las que nos llevarían a ese desastre. Es raro encontrar una obra que...