La identidad perdida del Racing

Como Travis Henderson caminan­do por el desierto al son de las eternas notas de guitarra de Ry Cooder en el inicio de ‘Paris Texas’, la pelícu­la de Wim Wenders. Así camina el Racing: delgado, desorientado, con una gorra roja y síntomas de una evidente deshidratación; con que­maduras, sin saber de dónde viene ni a dónde pretende llegar. Era un equipo antes del parón y ahora es otro. Es como si se hubiera dado un fuerte golpe y no se acordara de nada. Sufre amnesia, necesi­ta ayuda. Quiere saber quién era para, de esta manera, retomar su propia vida.

Travis, protagonista de 'París, Texas'.
Travis lo consigue pero necesita la ayuda de su hermano y de su fa­milia. Poco a poco, va rascando y recuerda que tenía una mujer que perdió y que andaba buscando. Es un punto de partida. El Racing nece­sita otro porque ha pasado de pasar­se ocho partidos sin perder a perder tres de manera consecutiva. Todo el mundo asume que el fútbol funcio­na muchas veces a base de rachas y que hay que asumirlas con la firme intención de impedir que se alar­guen demasiado, pero lo que más preocupa en el conjunto cántabro es haber perdido su esencia. Si se hizo mayor fue gracias a una solidez y a una eficacia defensiva que ha per­dido. No transmite seguridad y, de hecho, al Lugo le regaló no menos de tres goles, pero éste sólo marcó uno. Fue suficiente porque el equi­po verdiblanco sigue teniendo los mismos problemas de siempre para marcar. Eso no cambia.

Da la sensación de que hay un parásito que se ha metido dentro del cuerpo del conjunto cántabro para arrebatarle su mejor virtud y dejarle sólo con sus carencias. Le ha cambiado como el hotel cambia a Jack Torrance, el protagonista de ‘El resplandor’ al que dio vida Jack Nicholson en la película que firmó Stanley Kubrick a partir de la no­vela del mismo título de Stephen King. A éste nunca le gustó, le en­fadó. Entendía que en la adaptación cinematográfica se intuía desde el principio que el padre de familia estaba mal de la cabeza. El novelista, en cambio, tal y como había hecho en su obra, prefería presentar pri­mero a un tipo más o menos como los demás y amante de su familia al que el hotel va aplastando y destru­yendo haciéndole perder el sentido de lo moral. Algo cambió al Racing cuando se pasó quince días sin competir. Para él ha sido como pasarse un invierno en ese hotel perdido en mitad de la montaña durante el invierno.

Lo que le sucede al protagonista de 'El resplandor' es más o menos lo que le sucede a la familia prota­gonista de ‘La semilla del diablo’ desde que nace el bebé de Rose­mary. Cambian los vecinos, va cam­biando el marido e incluso ella, la protagonista principal a la que da vida Mia Farrow, nota que cambia. Puede ser cosa del demonio o tam­bién de unos extraterrestres, como sucede en la infravalorada ‘The fa­culty’, de Robert Rodríguez. Un pa­rásito venido del más allá y que pa­rece un pulpo infecta a profesores y alumnos tomando el control de sus cuerpos. Quizá algo así le sucedió el pasado domingo a Pol Moreno para hacerle perder el control, para pasar de ser un defensor que es todo fia­bilidad a otro que hacía temblar las piernas de todos los presentes.

La desorientación que vive el Ra­cing también puede ser causada por un episodio amnésico, recurso que tantas veces ha utilizado el cine. Se trata de un trastorno de la memoria que, por ejemplo, ya fue utilizado por Alfred Hichcock en ‘Recuerda’, por Pixar en ‘Buscando a Nemo’ con el personaje de la inolvidable Dory o por Christopher Nolan en ‘Memen­to’, película con la que su director se estrenó en el circuito comercial. Su prota­gonista (Guy Pearce) sufre pérdidas de memoria inmediata y para acor­darse de quién es, de la razón por la que había terminado en un lugar o por qué había quedado con tal per­sona, se tatúa la piel con frases que le recuerdan rasgos de su propia existencia o llena su casa de pape­les con pequeños mensajes.

El Racing no estuvo a la altura ante el Lugo.
No estaría mal que el Racing lle­nara el túnel de vestuarios con este tipo de mensajes. De hecho, suelen recurrir a ellos muchos equipos de fútbol para motivar a los futbolistas. Incluso a veces son los aficionados los que los diseñan. Desde el domin­go, habría quien  recordaría a los jugadores verdiblancos que en El Sardinero no se puede perder como se perdió ante el Lugo. Al me­nos hay que hacerlo con las botas puestas aunque mejor aún es hacer­lo con un poco más de fútbol.

La pérdida de memoria es lo que mueve a la saga ‘Bourne’ que tiene a Matt Damon como protagonis­ta. Bebe mucho de James Bond del mismo modo que éste terminó be­biendo de personaje creado por el novelista Tom Clancy. Su influen­cia ha sido enorme y, de hecho, las escenas de acción y, sobre todo, las persecuciones de coches tienen des­de su aparición una referencia a partir de la cual medirse. El protagonista aparece un día sin saber cómo ha llegado a un barco, cómo se llama, quién es o de dónde es. Quizá había sido un buen defensa pero se le olvidó defender. A saber. Él nunca ha te­nido relación con sus jefes porque a los espías siempre se les niega el contacto con el poder, con quienes les ordenan misiones delicadas e incluso ilegales.

Olvídate de mí.
El tema que mueve las películas de Bourne se parece mucho a ‘Me­moria letal’, la película protagoniza­da por Geena Davis, que se presen­ta como una ama de casa cuando, en verdad, había sido una agente especial que también había perdido la memoria. Ella, al contario que el espía educado para matar, era fe­liz con su actual vida. Le gustaba haber olvidado. Es lo que intentan los protagonistas de ‘Olvídate de mí’, la genial película de Michael Gondry y Charlie Kaufman. Pagan para que les borren los recuerdos sin saber que, cuando eso suceda, quizá lo mismo que les había unido les vuelva a unir.

A buen seguro que el Racing quie­re recordar por qué le iba bien sien­do quien era. Llegó a alzarse hasta la décimo cuarta plaza, llegó inclu­so a animar a sus aficionados más optimistas a pensar en objetivos ambiciosos porque para eso está el fútbol, para vivir en una montaña rusa. Ahora toca bajar pero lo que ha de hacer durante la bajada es encontrar la manera de saber quién era, a dónde quería ir o cómo quería conseguirlo. De paso, quizá, es po­sible que haga como el protagonista de ‘Desafío Total’ y visite ‘Memory Call’, la empresa capaz de implan­tar falsos recuerdos. Es posible que pida que, además de volver a ser el equipo que defendía tan bien, pase a ser un equipo que ataque igual de bien porque no sólo hay que evitar que te marquen, sino que también hay que marcar. Por desgracia, el fútbol tiene dos porterías y hay que tener ambas en cuenta.

 

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