La maldición del doble

En multitud de culturas, la figura del doble ha estado vinculada con las malas noticias, la muerte o la enfer­medad. Incluso se ha llegado a expli­car como la versión malvada de uno mismo que procede del inframundo, de un lugar desconocido, del ‘Upside down’ de ‘Stranger things’. Ha sido in­terpretado como algo negativo, algo con lo que convenía no encontrarse, pero el Racing tuvo la desgracia de encontrárselo el pasado domingo, cuando se topó con un rival que puso en práctica el fútbol que más le gus­ta poner en práctica a él. Fue como mirarse al espejo. Probó de su propia medicina, de lo que tantas veces ha hecho él mismo para dañar a sus riva­les, ya que el Burgos se mostró sólido y rocoso atrás y aprovechó una de las pocas ocasiones que tuvo para mar­car. Tres puntos y para casa. El sueño húmedo de Fernández Romo.

El profesor y el actor, en Enemy
El Racing comprobó que es verdad que es mejor no encontrarse con tu doble, una figura que cogió fuerza en tiempos del romanticismo como ex­presión de la crisis del sujeto moder­no, como manera de poner en evidencia la frag­mentación del individuo. Fue una idea potenciada por el psicoanálisis porque le permitía explicar con sen­cillez y de manera clara que una per­sona no debe ser percibida como una entidad unitaria. Defiende, en resu­men, que hay una parte de la vida psí­quica de un personaje que se escapa a su control, lo que la literatura y el cine aprovechan para hablar del des­doblamiento y dar forma a alegorías y metáforas.

El expresionismo alemán, por ejem­plo, echó mano del doble para esceni­ficar una metáfora de las secuelas de la Primera Guerra Mundial y el auge del nazismo. Es así como aparecen películas como ‘El gabinete del doctor Caligari’, de Robert Wiene. En la mis­ma, Cesare, que es un sonámbulo ma­nipulado por Caligari, ejerce de doble privado de voluntad del que el doctor se aprovecha para, en la práctica, con­vertirlo en una amenaza para la socie­dad. También el Burgos se aprovechó de las simetrías que mantenía con el conjunto cántabro porque le obligó a hacer algo que no le gusta hacer. Y ahí comenzó su victoria.

Estaba previsto que se iniciara una guerra fría en cuanto comenzara la contienda porque a ninguno le gusta tener el balón y alguien lo tenía que tener. Y lo tuvo más el Racing por­que le gusta presionar más arriba y porque estaba en casa, que siempre obliga más. Es ahí cuando se hizo evi­dente que, más aún con la ausencia de Juergen, el equipo verdiblanco no tiene medio centros para gene­rar fútbol peligroso con la pelota en los pies y saliendo de su propio cam­po. Su rival, su doble, lo intuía y le obligó a ello.

Irene Jacob, en La doble vida de Verónica

El doble ha estado presente en la ficción cinematográfica desde sus ini­cios y ha pasado periódicamente por las pantallas de manos de directo­res prestigiosos. Alfred Hitcockock, un gran amante del psicoanálisis, le aportó un toque enfermizo y obsesi­vo en ‘Vértigo’; David Lynch lo utili­zó en ‘Mullholand Drive’ para hablar de personalidades múltiples; Cha­plin en ‘El gran dictador’ para con­vertir a un vagabundo en un Adolf Hitler humanista y Kiewlovsky en ‘La doble vida de Verónica’ para con­tarnos la historia de una mujer fran­cesa y otra polaca que son idénticas, que no se conocen de nada pero que averiguan que se tienen una a la otra. Denis Villeneuve echó mano de esa figura cuando adaptó a su modo ‘El hombre duplicado’ de Saramago en su película ‘Enemy’, a la que aporta una atmósfera ciertamente extraña e incómoda porque es imposible perca­tarse de que hay una persona idéntica a ti sin caer en la enfermedad.

Villeneuve cuenta la historia de un profesor de Historia al que da vida Jake Gyllenhall que descubre que hay un actor que es idéntico a él. No sabe muy bien cómo reaccionar a su des­cubrimiento y si interpretarlo como una oportunidad o una amenaza. Hay múltiples explicaciones que se pue­den dar por válidas a la película sin descartar la de que, en realidad, no hay doble, sino que se trata de un mis­mo personaje y de sus frustraciones, de la traslación de sus sueños fracasados en una persona imaginada. Pocas dudas hay de que al Racing de Fernández Romo le gustaría ser el Burgos de Julián Calero. En buena medida ya lo es pero le gustaría llegar a ese punto en el que nadie le tosiera en defensa y estuviera peleando en lo más alto de la tabla a base de orden, solidaridad, humildad y acierto. Al contrario que el protagonista de ‘Ene­my’, el conjunto cántabro no se ha rendido y mantiene ese cometido. El protagonista de la película soñó con ser actor y acabó siendo un ratón de biblioteca mientras que el Racing va por buen camino y mantiene su sue­ño. Al menos, siempre que no se vuel­va a encontrar con su doble.

Los dobles se pueden producir por generación espontánea, por una ca­sualidad genética o como creación folclórica, pero también como la crea­ción de un científico habitualmente loco que lo aprovecha para desdoblar su propia personalidad, al puro esti­lo del doctor Caligari. Esto le permi­te romper las normas sociales que lo sujetan y ese sería, de hecho, el punto de partida de ‘El doctor Jeckyll y Mr. Hyde’, ‘Frankenstein’ o el mito de ‘El Golem’, ya que el creador siempre deja parte de sí mismo en su criatu­ra. En otras ocasiones, la formación del doble viene de fuera y de algo o alguien que se apodera del alma de un individuo. Eso ha generado multitud de pesadillas a lo largo de la historia de la humanidad. Quedaban bien re­flejadas en ‘La invasión de los ladro­nes de cuerpos’ de Don Siegel, que tuvo su remake años después con ‘La invasión de los ultracuerpos’, de Philip Kaufman. En ambas se cuenta cómo unos seres extraterrestres crean do­bles de las personas que salen de unas vainas gigantes y que anulan toda su personalidad. Lo hizo el Burgos tras el descanso del pasado domingo.

Dani Fernández, rodeado de jugadores del Burgos

Durante la primera mitad, el equipo burgalés se había convertido en un equipo al que se podía ganar y, de hecho, lo lógico habría sido que el Racing se hubiera ido a descansar habiéndose puesto por delante en el marcador, ya que tuvo un penalti a su disposición para conseguirlo. Has­ta ese momento, su rival sólo había puesto la semilla de dicha vaina, su entrenador había estado en el labo­ratorio dando forma a una criatura que, fundamentalmente, apareció en el segundo tiempo, cuando el equi­po castellano ya fue mucho mejor y anuló el carácter, el temperamento y la naturaleza propias del conjun­to cántabro. Le robó el alma. Maldi­tos dobles.

Da la sensación de que el Burgos va un par de estaciones por delante y que está en un punto al que puede llegar el Racing. Eso puede ser posi­tivo porque marca el camino a seguir y previene posibles peligros, como cuenta Kiewlovsky en la previamen­te citada ‘La doble vida de Verónica’. Weronika vive en Polonia y Veroni­que en Francia. Con dos años, una se salvó de una quemadura porque aprendió a apartar el dedo a partir de una experiencia que había teni­do la otra. Ya mayores, gracias a que muere la primera de un ataque al co­razón, la segunda intuye que ha de ir al cardiólogo, que detecta que hay un problema a tratar. Si no hubiera acudido al especialista, quizá habría muerto. Son, en definitiva, almas ge­melas nacidas el mismo día y en luga­res distintos; una en Burgos y la otra en Santander. Como si las hubieran separado al nacer y una se hubiera ido a Boston y la otra a California.

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