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Los peligros del narcisista

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Jack Burton, el protagonista de ‘Golpe en la Pequeña China’, se creía el mejor, el héroe de la aventura, pero era un inútil. Cuando uno ve la película de John Carpenter a una edad temprana muerde el anzuelo y queda prendado del personaje al que da vida un estupendo Kurt Russell, pero si la ve pasados los años, cuando uno ya ha caído en la trampa de la madurez, se da cuenta de que, fundamentalmente, es un estorbo, un tremendo generador de problemas que sobrevive gracias a que sus aliados los resuelven. Él, en cambio, se cree el mejor, el más valiente, el tipo duro, una pieza fundamental del grupo. Pocas dudas hay de que, si a mitad de la historia alguien hubiera levantado el cartelón con su número y se hubiera tenido que retirar para que otro personaje entrara en su lugar, se habría marchado como Mboula en los dos últimos encuentros: negando con la cabeza para mostrar su desacuerdo con la decisión de su entrenador. El extremo catalán lo hizo en el partido contra el Tenerife y también el...

Vuelta al pasado para regresar al futuro

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Doc llamó al Racing para quedar el sábado por la noche. A las nueve en Mendizorroza. Cambió el párking de un centro comercial de la película por un campo de fútbol. Allí le enseñaría su último descubrimiento, un viejo DeLorean modificado con capacidad para viajar en el tiempo gracias al condensador de flujo, esa máquina con la que había soñado treinta años antes y que por fin había adivinado para qué podía servir. Apenas tuvieron tiempo de estar juntos, de que uno se explicara y de que el otro comprendiera, ya que de pronto aparecieron unos terroristas islámicos que tirotearon al científico y obligaron al conjunto cántabro a subirse al vehículo, entrar en un agujero de gusano y aparecer en pleno mes de noviembre, cuando las cosas iban mal. Hay muchas razones para viajar en el tiempo. Cuando la ficción camina hacia el futuro se utiliza para presentar distopías con las que criticar el estado actual de las cosas, que son las que nos llevarían a ese desastre. Es raro encontrar una obra que...

De náufrago a renacido

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Mboula llegó al Racing, como él mis­mo aseguró en su presentación ofi­cial, en un estado de forma «bestial», pero en seguida desapareció. Nunca se apreció esa bestialidad. Su nom­bre estaba en las alineaciones pero costaba verle en el campo. Se perdió, quedó desorientado en alguna parte, quizá en alguna isla perdida en me­dio del océano o en alguna montaña lejana lejos de la civilización. Como le sucede a Leonardo DiCaprio en ‘El Renacido’ , la película de Gonzá­lez Iñárritu. Lo lógico, como pensó todo el mundo tras verle salir mal parado de una feroz batalla contra un oso y de quedar abandonado a su suerte en territorios perdidos, fue darle por muerto, pero en las últimas semanas el extremo catalán ha con­firmado estar vivo. Ha vuelto como volvió el personaje de DiCaprio. Lo bueno es que todavía le estaban espe­rando, que el cuerpo técnico, tanto el anterior como el actual, siempre confiaron en su retorno. Y ya está aquí. Ahora parece un jugador imparable, una bestia, un tipo capaz d...

El cambio sin rebelión a bordo

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Hay tripulaciones como la del Boun­ty o el Caine y las hay como las del Pequod o el Suprise. También hay capitanes imposibles y crueles como tenían los dos primeros barcos y otros, como los que tenían los otros dos, que, aunque también fueran duros y maniáticos, contaban con el respeto de sus marineros, que esta­ban dispuestos a ir al mismísi­mo infierno junto a ellos. El Racing daba la impresión de ser de los últimos por­que, a pesar de lo mal que llegaron a ir las cosas tanto a principios de tempora­da (cuatro derrotas seguidas) como final de año (cinco), no dio la impresión de romperse el vestuario ni de haber na­die encabezando una rebelión. El ha­cha llegó desde arriba. Fue la directi­va la que cortó la cabeza a Fernández Romo para imponer un nuevo líder, lo que siempre supone una oportuni­dad para quienes se mantenían aga­chados y sin voz con su antecesor y un peligro para quienes, en la prác­tica, venían siendo la mano derecha de quien llevaba el mando. Cua...

El examen de los actores

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Cuando a Richard Donner le encar­garon que dirigiera ‘Superman’ aún no era un primera espada de la indus­tria hollywoodiense por mucho que viniera de hacer una gran película como ‘La profecía’ . Por eso intuía que llevar de manera digna a la pantalla al primer superhéroe de la historia  podía ser su puerta de entrada a las más grandes producciones. Era un proyecto arriesgado y, sobre todo, un proyecto caro, por lo que supo desde un pri­mer momento que para convencer a otros muchos de que se subieran a su barco necesitaba a una gran es­trella que arrastrara a los demás. Y puso su mirada en Marlon Brando, que venía de resucitar su carrera a lo grande con 'El Padrino'. El actor concertó una cita en su casa con el director y allí pudo haber cambiado la historia no sólo de la película, sino también de la forma de contar historias semejantes en un futuro. Marlon Brando, con Superman en brazos. Tras un buen rato hablando de sus cosas, la estrella preguntó de pronto: «¿Para qué venía...

La identidad perdida del Racing

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Como Travis Henderson caminan­do por el desierto al son de las eternas notas de guitarra de Ry Cooder en el inicio de ‘Paris Texas’ , la pelícu­la de Wim Wenders. Así camina el Racing: delgado, desorientado, con una gorra roja y síntomas de una evidente deshidratación; con que­maduras, sin saber de dónde viene ni a dónde pretende llegar. Era un equipo antes del parón y ahora es otro. Es como si se hubiera dado un fuerte golpe y no se acordara de nada. Sufre amnesia, necesi­ta ayuda. Quiere saber quién era para, de esta manera, retomar su propia vida. Travis, protagonista de 'París, Texas'. Travis lo consigue pero necesita la ayuda de su hermano y de su fa­milia. Poco a poco, va rascando y recuerda que tenía una mujer que perdió y que andaba buscando. Es un punto de partida. El Racing nece­sita otro porque ha pasado de pasar­se ocho partidos sin perder a perder tres de manera consecutiva. Todo el mundo asume que el fútbol funcio­na muchas veces a base de rachas y que hay que ...

Muertes útiles o inútiles

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No siempre todos los que empiezan llegan a la meta. Hay quien se pierde por el camino, quien cae en el campo de batalla y deja al resto del grupo en evidente inferioridad. Les pasó a ‘Los siete magníficos’ y antes a ‘Los siete samuráis’ . De los primeros sobrevi­vieron tres y de los segundos cuatro. Tan cierto como que consiguieron su objetivo es que debieron librar bata­llas desiguales y llorar a compañeros que ya no pudieron ayudar. Al Ra­cing le está pasando mucho. Los ra­cinguistas, cual campesinos hostiga­dos por bandas mafiosas y violentas, contrataron a una serie de jugadores para que les mantuvieran por fin en Segunda División. Querían acabar con la penosa situación que estaban viviendo al igual que los aldeanos de las películas de John Sturges y Aki­ra Kurosawa. Las últimas tres veces que habían pasado por la Segunda División habían acabado en un ataúd y, para evitar repetir la historia, con­trataron a un puñado de verdaderos profesionales. Los hay que han caído por lesión per...