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Mostrando entradas de octubre, 2022

Cuando no hay banda sonora

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El fútbol puede funcionar como la mejor de las ficciones. «No es la vida, pero es un gran simulador», dijo en su día Jorge Valdano. Como en el día a día, en una cancha de juego hay reglas, derechos, obli­gaciones, necesidades, amistades, compañeros y enemigos. Hay clases sociales con intereses contrapuestos y lo mejor de todo es que, durante un par de horas, quien entre semana sobrevive a base de penurias pue­de pasar a ser el patrón si se pone la bufanda adecuada. No te obli­gan a ser empresario para ser del Real Madrid. Una vez que termina el partido vuelve la dura realidad, pero durante sus noventa minutos uno ha podido vivir dramas, trage­dias, historias heroicas e incluso comedias. Ha podido escapar de su propia vida y, todo ello, aliñado de romanticismo e incertidumbre. Por eso el fútbol puede ser la me­jor de las ficciones. Y no hay una buena ficción sin una buena ban­da sonora. Una buena banda sonora sirve para reforzar el significado de las ideas que, quizá, las imágenes no...

El duro proceso de transformación

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Lo más interesante de las películas de superhéroes es la génesis del per­sonaje. Es decir, el proceso que lle­va a una persona normal a conver­tirse en un supuesto salvador de la humanidad: saber cómo consiguió poderes especiales, cómo descubrió que los tenía, lo que supone tenerlos y qué le hizo, finalmente, dar el paso definitivo para disfrazarse y salir a la calle a luchar contra el mal. No es fá­cil. «Un gran poder supone también una gran responsabilidad», le dice su tío a Peter Parker antes de convertir­se en Spiderman. Toda transforma­ción conlleva un proceso, la necesi­dad de admitir que se ha producido un cambio y la obligación de utilizar esas herramientas que alguien o algo te ha concedido para beneficio co­mún. Como en todo camino del hé­roe, de partida hay una negación pero al final no queda otra que asumir esa nueva realidad. «Aparta de mí este cá­liz», dijo primero quien poco después terminaría dejándose crucificar para salvarlos a todos. Y es el camin...

En el nombre de Juergen

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Juergen terminó su trabajo con la sa­tisfacción del deber cumplido, con la certeza de haber completado una no­table actuación a pesar de haber per­donado un gol cantado. Antes de ser sustituido, realizó un último servicio y ganó unos segundos al cronóme­tro llevándose las manos al gemelo y echándose al suelo, pero el árbitro le conminó a que se retirara cuanto antes porque entendía que sólo quería perder el tiempo. Quizá ahí se produjo el primer choque entre ambos, ya que sólo unos segundos después, mien­tras el centrocampista colombiano iba camino del vestuario, el árbitro se acercó a donde estaba él y le expulsó. Tarjeta roja. El jugador no se lo po­día creer. «No he hecho nada, no he hecho nada», le dijo a Delfín Calzada cuando se acercó al banquillo. «No he hecho nada, míster», le repitió a Fernández Romo. En el fondo, sabía que se había metido en un lío gratuito. Abrió la puerta de su casa y vio allí a un montón de policías con una orden de registro y detención...

Historia de un desubicado

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Ni a Tarzán ni a King Kong les sentó nada bien que les llevaran a Nueva York. A ambos les sacaron a la fuerza de su hábitat natural, aquel en el que nacieron y en el que eran auténticos reyes, donde tan bien se desenvolvían y tanto respeto les tenían. Por eso cuando les qui­sieron convertir en monos de feria se sintieron acorralados y fuera de sitio, por lo que reaccionaron mal e incluso con violencia. Tarzán se desprendió del disfraz de camisa y corbata con el que le querían mantener preso y se tiró por el puente de Brooklyn para escapar a nado mientras que el simio rompió las cadenas, se dio un paseo por la Gran Manzana y subió al Empire State, todo un callejón sin salida del que nunca salió con vida. Uno puede verse fuera de sitio por haber sido desplazado a la fuerza, como en el caso de los dos históricos personajes procedentes de la jungla, o bien por haberse equivocado de lu­gar y de momento, como les sucede a los jóvenes protagonistas de ‘Stran­ger Things’ ...