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Mostrando entradas de junio, 2022

El pobre con padrino

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       La historia del Girona esta tempora­da bien podría haber sido una histo­ria de superación, de rebelión ante el orden establecido y la dictadura del capital; la de un equipo hecho a sí mismo, la última esperanza blan­ca de los que creen en la merito­cracia. Su proyecto podría haber sido como esas películas de bajo presupuesto que acaban siendo un pelotazo y recaudando millones. Su nombre aparece a la cola de la lista que detalla el límite salarial que tuvieron los clubes de Segunda División en el curso recién termi­nado pero se ha salido con la suya dejando cadáveres por el camino. Es el relato de la victoria del fútbol sobre el dinero, pero lo suyo tiene letra pequeña. No es tan romántico como parece. La última vez que el Racing estu­vo en Segunda División, el Girona acababa de bajar de Primera y era el rey de la baraja. Tenía 27 millones para construir su plantilla cuando el club cántabro apenas disponía de tres y medio. David contra Go­liat. Co...

El fundido a negro del villano

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La elección del punto de vista, en­tre otros recursos narrativos, puede conseguir que el espectador sim­patice con el malo. Si uno se deja llevar por el poder manipulador que tiene el arte del cine no que­rrá que la pareja de entrometidos que forman la hermana y el novio de la mujer asesinada en la ducha de Psicosis descubra a Norman Ba­tes ni que a Hitler le salgan mal las cosas en ‘El Hundimiento’ . Lo que sucede es que los dos acaban per­diendo porque, aunque cada vez haya más excepciones, lo habitual es que gane el bueno. Los Soprano. Durante varias décadas estuvo directamente prohibido que el mal venciera al bien en la gran panta­lla. No se podía trasladar al públi­co que actuar contra la ley pudiera merecer la pena, sino que, por muy romántica que fuera la aventura, ir contra el sistema, ser Bonnie and Clyde, Jesse James o Billy el Niño, termina con un fundido en negro. Más aún si el bellaco ni siquiera tenía aristas ni motivaciones y era malo porque sí, que es como fue­ron lo...

Ve y cuenta lo que fuimos

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  La diferencia entre un artesano y un artista está en la firma. El segundo la empezó a utilizar para diferenciarse del primero desde el día que se con­sideró superior. Ambos partieron del mismo lugar, se confundían entre sí, pero llegó un momento en la historia en el que alguien levantó un muro para separar ambos gremios. Uno si­guió perteneciendo a la clase trabaja­dora, sudaba y apenas era reconocido socialmente una vez que cobraba por su anónimo trabajo. El otro subió un par de peldaños en la escala social y se le atribuyeron méritos de reflexión e intelectualidad, de estar incluso en contacto con el más allá para recibir inspiración, por lo que también pasó a cobrar más por su trabajo. Y para fortalecer esta distinción había que acabar con el anonimato. Por eso se pasó de los cuentos y leyendas cuyo origen nadie podía especificar y que se difundían a través de generacio­nes de boca a boca a la novela escri­ta en la que, salvo raras excepciones, siempre se ha destac...