La pistola contra la espada
En pleno juego de huida y persecución por las concurridas calles de El Cairo, Indiana Jones se ve de pronto delante de un temible guerrero egipcio dispuesto a desafiarle. El intrépido arqueólogo no tiene tiempo para entretenerse demasiado pero no puede esquivar el combate. Habrá pelea. De pronto, aquel extraño hombre que pareció salir de la nada saca una gran espada y, para intimidarle, comienza a realizar hábiles maniobras con ella con las que deja claro que es un virtuoso de la herramienta. El hombre es bueno, maneja las dos manos, se pasa el arma por delante, por detrás, por encima y por debajo y da la impresión de, si lo necesita, ser capaz de derrotar a cuatro rivales al mismo tiempo. Sin embargo, el doctor Jones no necesita demasiada floritura. Para ganarle, simplemente saca la pistola, dispara y le mata. A otra cosa.
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Indiana Jones, tras matar al espadachín. |
Frente a frente se vieron las caras Eder Sarabia y Fernández Romo, que defienden escuelas muy diferentes. Va ganando el madrileño, ya que logró que el Racing pasara por encima del Andorra el pasado mes de junio, cuando ambos se jugaron el título de Primera RFEF, y también se llevó los tres puntos el sábado. Esta vez lo hizo de manera diferente, más sobria. No estaba el conjunto cántabro para demasiadas florituras y por eso hizo lo justo: sacar la pistola y disparar.
El muerto fue el Andorra y quien salió vivo y con todo el botín del Nacional fue el Racing. Sin embargo, como Eder Sarabia manejó con virtuosismo la espada, entendió que debía haber ganado porque su arma concede muertes y victorias más románticas que la prosaica pistola. «Era un partido de 4-1 y nos vamos 0-1», llegó a decir tras el encuentro. Es un técnico que da absoluta prioridad a la posesión, como si ésta diera puntos, y quizá por eso sólo se quedó con que sus hombres tuvieron la pelota, según las estadísticas oficiales, un 79% del tiempo por sólo un 21% su rival La diferencia es obvia, pero no le valió para nada, no le sirvió para generar más peligro ni acumular más llegadas. El partido del equipo andorrano fue como realizar maniobras gratuitas con la espada a quince metros del enemigo porque sólo remató tres veces más que el Racing. Es más, éste contabilizó siete lanzamientos entre palos por sólo dos el equipo local. Son números que no hablan de dominio.
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Los jugadores del Racing, celebrando su gol en Andorra. |
Los malos suelen tener un alto concepto estético. Un buen ejemplo de ello es el protagonista de ‘American Psycho’, que incluso en los momentos más farragosos y violentos se muestra preocupado por mantenerse impecable y llevar la corbata adecuada. De mayor se podría haber convertido en Gordon Gekko, otro personaje con clase al que esta vez dio vida Michael Douglas en ‘Wall Street’, la película con la que Oliver Stone quiso advertir, mucho tiempo antes de la crisis del 2008, de los grandes peligros del neoliberalismo. Gary Oldman haciendo de Drácula por las calles de Londres en la versión de Francis Ford Coppola, Robert Mitchum en ‘La noche del cazador’ o Sergi López haciendo de franquista de la Policía Armada en ‘El laberinto del Fauno’, de Guillermo del Toro, son otros tres buenos ejemplos de villanos elegantes. El Andorra podría ser el cuarto.
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El asesino de American Psycho mataba con clase. |
Ejércitos perfectamente uniformados pueden ser derrotados por guerrillas sin apenas recursos pero con una gran organización y unas ideas muy claras. Así expulsaron los españoles a las tropas de Napoleón o trataron de resistir a Franco los maquis una vez concluida la Guerra Civil. El Racing acudió a Andorra, donde ya habían perdido este año equipos como el Eibar, el Granada o el Levante, de nuevo con pocas herramientas, sin delanteros y, de partida, con la idea de mantenerse muy ordenado para que su rival tocara y tocara la pelota sin que pasara nada. Y aunque la imagen del conjunto cántabro, sobre todo en el primer tiempo, no invitó a fiestas, también logró que su rival apenas le intimidara. Le mantuvo lejos, jugueteando con la espada y mirándose al espejo diciendo ‘qué guapo soy’.
Al conjunto cántabro, que se sentía feo sin remordimientos, le parecía bien porque había apostado por la táctica de la guerrilla. Como los guerreros del ‘Vietcong’ para frenar la intervención de Estados Unidos en su país. En aquel tiempo, Kissinger ya entendió a Fernández Romo cuando dijo aquello de que «un ejército pierde si no gana y una guerrilla gana si no pierde». El objetivo del Racing era sobrevivir porque era consciente de que estaba terminando el ciclo de las penurias que le han obligado a jugar sin delanteros. Cuando vuelva la competición, confía en volver a tener a todos a pleno rendimiento excepto a Cedric, que tendrá que seguir esperando.
Es posible que al Racing le hubiera gustado ganar de otra manera y al racinguista ver a su equipo contrarrestar de diferente forma el estilismo de su rival. También en el guión de ‘En busca del arca perdida’ estaba previsto que Indiana Jones acabara con el hábil espadachín utilizando su látigo para arrebatarle su arma en mitad de su exhibición y, de esta manera, dejarle indefenso. Sin embargo, cuando tocó grabar la escena, Harrison Ford padecía de disentería, una enfermedad bacteriana que, entre otras cosas, produce diarreas y vómitos. Es decir, que el actor no estaba para grandes cosas. Por eso le propuso a Spielberg «disparar a ese desgraciado», algo que el director aprobó. Como Romo en Andorra. No le hizo falta más. Fue una victoria poco estética pero no estaba en disposición de adornarse. Que lo hicieran otros, que lo hiciera el villano. Él sólo quería disparar su revolver y ganar con una sola bala. Como se mata en el cine negro.
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