El parón de antes de la acción
Decía Cecil B. DeMille, el director forjado en el cine mudo y autor de ‘Los diez mandamientos’ o ‘El mayor espectáculo del mundo’, que una película debía comenzar con un terremoto y, a partir de ahí, ir hacia arriba. Es decir, que el ritmo debía incrementarse continuamente, que cada escena debía ser más fuerte que la anterior y que, en definitiva, no deberían dejar de pasar cosas interesantes para que el espectador no se desenganchara y mantuviera el culo pegado a la butaca. En el fondo, no se lo creía ni él porque ni siquiera sus películas son así. Son espectaculares, pero a la gente hay que darla un respiro. De vez en cuando hay que bajar para, precisamente, poder volver a subir y aprovechar esos minutos para acercarse a los personajes, a su intimidad y a sus relaciones. Hay que pasar del grito al susurro para preparar, de hecho, los grandes momentos que están por venir.
Es a lo que ha dedicado el Racing esta última semana. Venía de vivir emociones fuertes y de comenzar la temporada con un terremoto que estuvo a punto de acabar con él tras contar por derrotas sus primeros cuatro partidos. Eso podría haber hundido a cualquiera pero, como si del héroe de una historia de superación se tratara, se levantó y remontó la situación. Demostró ser capaz de pelear con cualquier equipo de la categoría y, lo que es más importante, de sumar puntos e incluso ganar partidos. Ha jugado muchos en poco tiempo y, de hecho, dos de las últimas cuatro semanas de competición tuvieron tres jornadas cada una. La película que cuenta su retorno a Segunda División no ha dejado de subir y por eso tuvo que parar antes de iniciar la fase del calendario con la que terminará la primera vuelta y con la que llegará a final de año. Una fase con emparejamientos interesantes que puede marcar la segunda mitad del campeonato.
Momento íntimo antes del gran duelo contra el tiburón.
El Racing, por lo tanto, está viviendo estos días la
habitual escena cinematográfica previa al desenlace final o al gran combate.
Está metido en el barco de ‘Tiburón’ cuando los tres valientes que han
ido tras el escualo cuentan las historias de sus cicatrices mientras beben
whisky en las tazas del desayuno. La pelea contra ese animal que pierde toda
personalidad para convertirse en el mal, en un ser maligno de origen y de
motivaciones desconocidas, ha quedado en segundo lugar con el paso de los años
para quedarnos, por encima de todo, con la construcción de personajes que elabora
la película. Y esa construcción se desarrolla, principalmente, en esos momentos
íntimos que suponen la calma previa a la tempestad.
Suceden en las horas previas a la ejecución de un peligroso plan o antes de un gran duelo. Son situaciones en las que los personajes intuyen que hay muchas posibilidades de que mueran a la mañana siguiente, por lo que es un momento propicio para las confesiones, para la exaltación de la amistad o para intensificar otro tipo de valores familiares o incluso amorosos. Son momentos íntimos. Los hay a montones en las películas de Howards Hawks porque éstas siempre ponen en primer plano una camaradería que queda potenciada antes de que estalle la acción que, en definitiva, ha movido toda la película. Es lo que sucede, por ejemplo, en Río Bravo, El Dorado o Río Lobo, que son tres formas de contar una misma historia. También antes de que el ‘Grupo Salvaje’ de Sam Peckinpah realice ese paseíllo para la historia del cine tantas veces imitado u homenajeado pasan todos los que lo forman una plácida noche porque intuyen que puede ser la última. El espectador también tiene que coger aire antes de ir a buscar a Ángel.
Sarah Connor
La película parece que se detiene en este tipo de
escenas pero no lo hace. Profundiza y aporta nuevo material. Como cuando Sarah
y John Connor y el Terminator hacen una pausa en su viaje en la segunda
película de la saga para que el espectador respire después de no haberlo
podido hacer desde el inicio de la historia. Es un tiempo para la reflexión de
ella mientras ve a sus dos compañeros de travesía jugar bajo una luz amarilla
propia del atardecer que, en este caso, no sólo habla del fin del día, sino que
anuncia también el inminente fin del mundo si ellos no lo remedian. El personaje
al que da vida Linda Hamilton concluye que aquella máquina podría ser, «de
todos los posibles padres que vinieron y se fueron año tras año, el único que
daba la talla». Sabe que el Terminator «jamás se detendría ni abandonaría» a su
hijo, «jamás le haría daño ni le gritaría y le pegaría, ni diría que estaba
demasiado ocupado para pasar un rato con él». «En un mundo enloquecido, era la
opción más sensata».
Al Racing también le ha tocado reflexionar sobre sí mismo y su entorno estos días, ya que se ha visto entre los mejores tras ocho semanas sin perder en las que ha sido el quinto mejor equipo del campeonato. Dentro del vestuario saben cómo se las gasta el fútbol y que su entorno puede pasar de temer estar descendido en diciembre a creer que puede aspirar al ascenso. Por eso es bueno pararse, ver de dónde viene cada uno y mantener los pies en el suelo. Por eso es positivo dar pausa y no sólo mirar hacia atrás, sino también a lo que viene por delante, que son los partidos contra Burgos, Albacete, Lugo, Ibiza, Mirandés y Cartagena. Hay en medio tres encuentros ante rivales de la zona baja marcados en rojo que el equipo podrá afrontar, además, tras haber recuperado a buena parte de sus efectivos lesionados. Para eso también sirve parar.
En ‘El cazador’, la película de Michael Cimino, la cuadrilla de amigos que está a punto de quedar marcada para siempre por la guerra de Vietnam se reúne una última noche con la certeza de que, a partir de ahí, todo cambiará. Sucede en un bar, alrededor de una mesa de billar y cantando ‘Can’ take my eyes off of you’. Se trata de una escena capaz de transmitir un enorme sentimiento de amistad que recuerda también a la de ‘Beutiful girls’ con ‘Swett Caroline’. Son momentos previos al fin de una etapa, a la certeza de que todo se va a torcer y nada volverá a ser como en los viejos tiempos. Es lo que mueve, en definitiva, toda esa noche narrada en ‘American Graffiti’, de George Lucas.
En el Racing siempre han cuidado su vestuario.
En el Racing siempre han cuidado la camaradería. Tanto
el entrenador como el director deportivo recalcaron en verano que no sólo
trataban de fichar buenos jugadores, sino también buenos compañeros. «En este
vestuario hay unos valores que son innegociables», llegó a advertir Fausto
Tienza al inicio del curso. Los jugadores verdiblancos siempre habían presumido
el curso pasado del buen ambiente que se vivía entre ellos pero eso es fácil
cuando las cosas salen bien. Estaba por ver qué sucedía cuando fueran mal
porque ahí surgen otras cosas. Y no tardaron en comprobarlo porque la historia
comenzó de la peor manera posible con esas cuatro derrotas en las que el
conjunto cántabro ni siquiera fue capaz de marcar un gol. Incluso ahí se
mantuvieron los pilares del proyecto. Quizá sin aquella experiencia no
estarían hoy tan sólidos.
El Racing tiene un plan establecido y una hoja de ruta marcada. Sabe qué se le viene encima y sabe que en el fútbol todo puede cambiar muy rápido y que dos malos resultados consecutivos pueden cambiar el entorno rápidamente. No siempre acaba bien la historia porque también John Wayne tiene su noche plácida antes del duelo final en ‘El último pistolero’. La suya fue de despedida porque, en el fondo, iba buscando un final digno a su propia historia. También los protagonistas de ‘Easy Rider’ filosofan tranquilamente alrededor de una hoguera sobre por qué aquella gente de aquel bar les había mirado tan mal la tarde anterior. «No les dais miedo vosotros -les explica el abogado al que da vida Jack Nicholson-, sino lo que representáis». Y lo que representaban era «la libertad». «Están todo el día dale que dale con la libertad individual y ven un individuo libre y se cagan de miedo», añade. Esa misma noche, les dieron una auténtica paliza. Se aceleró la acción. Como se acelerará de nuevo a partir del domingo para el Racing.
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