El camino del héroe; el camino de Pablo Torre

 

Un joven vive en un lugar apartado y más o menos tranquilo con sus pa­dres adoptivos. Llegado a cierta edad, recibe una llamada a la aventura que, tras rechazar en un primer momento, acaba aceptando. Obtiene una espa­da mágica y el asesoramiento de un maestro que le da las claves para su­mirse en un mundo para el que creía que no estaba preparado. Reúne a un grupo de aliados, supera diferentes retos y, tras parecer que en un mo­mento dado todo estaba perdido, con­sigue su objetivo y vuelve al hogar convertido en alguien distinto. Esta historia se ha contado mil veces. Es la de Luke Skywalker en ‘Star Wars’, la de Frodo Bolson en ‘El Señor de los Anillos’, la de Marley en ‘Buscando a Nemo’ o la de Harry Potter, pero tam­bién, de manera quizá menos eviden­te, la de Atticus Finch en ‘Matar a un ruiseñor’, la de los protagonistas de ‘La la land’ o la de Cleo, la empleada de hogar de ‘Roma’, la película de Al­fonso Cuarón.

 

Buena parte de las ficciones cine­matográficas o literarias responden a este esquema, lo que no quiere decir que sea algo prefabricado, sino que está en la manera que ha tenido el ser humano de contar historias des­de que el mundo es mundo. Quien puso al descubierto esta estructura fue el antropólogo y mitólogo Joseph Campbell a mediados del siglo pasa­do dentro de su obra ‘El héroe de las mil caras’, donde detalló las múltiples coincidencias que hay entre mitos, pasajes religiosos, leyendas, tradicio­nes y sueños procedentes de diferentes partes del planeta y de distintas culturas. Buena parte de ellas respon­dían, con mayor o menor precisión, a un mismo esquema. Es el que sigue la ‘Odisea’ para narrar las aventuras de Ulises, el ‘Éxodo’ para hacer lo propio con las de Moisés, los evangelios que narran la vida de Jesucristo o también ‘Matrix’. A todo este proceso le llamaron ‘El camino del héroe’, que es el que viene reali­zando Pablo Torre desde práctica­mente el primer día que comenzó a dar patadas al balón.

 

Campbell comenzó identificando 17 etapas pero más tarde fueron redu­cidas a doce. Serían las siguientes: 1) presentación del mundo ordinario del protagonista; 2) la llamada a la aven­tura, una escena que altera la rutina del héroe; 3) el rechazo inicial de la llamada; 4) el encuentro con el maes­tro que le convence de que acepte la llamada; 5) el cruce del primer um­bral, en el que deja atrás el hogar y se encuentra con su primer impedimen­to, pero ya no hay vuelta atrás; 6) la aventura en sí, las pruebas a superar y el encuentro con aliados y enemi­gos; 7) el acercamiento a la caverna, la superación de retos cada vez más difíciles y el mayor conocimiento del héroe sobre sí mismo; 8) el calvario, un momento dramático al más alto nivel, a vida o muerte y en el que se decidirá el destino del héroe y de su aventura; 9) la recompensa por sus acciones; 10) el camino de vuelta, en el que suele encontrarse con un nue­vo problema que le pone contra las cuerdas por última vez; 11) la resu­rrección del héroe, una transforma­ción tras su último reto a muerte con el que deja atrás su antiguo yo y que suele ser el clímax de la historia; y 12) el regreso con el Elixir, la vuelta al mundo ordinario tras un viaje en el que ha hecho amigos y ha adqui­rido nuevos conocimientos dejando claro que no es la misma persona que cuando se fue.

 

Pablo Torre todavía no ha comple­tado todo este viaje circular porque todavía está empezando, pero sus ini­cios y su irrupción en el primer plano futbolístico y mediático está siguiendo de manera casi tan literal estos pasos que incluso es fácil adivinar cuál pue­de ser su historia como jugador de fút­bol. De hecho, una vez que ya se sabe que el próximo verano se marchará en busca del arca perdida al Barça, es de desear que llegue a la duodécima etapa, que el joven vuelva convertido en futbolista veterano y todavía pue­da dar algunos últimos años de fútbol con la camiseta del Racing.

 

El ‘diez’ verdiblanco se ha man­tenido hasta ahora en su ‘Mundo Ordinario’, instalado en el microcos­mos de Soto de la Marina. Desde un principio ha apuntado a estrella pero no se le ha subido a la cabeza. Sigue con su vida y sus amigos de siempre y con los vecinos que le han visto crecer y que, por tanto, tampoco se le echan encima por mucho que ahora ocupe portadas de los grandes medios de Madrid. Es un entorno tranquilo en el que ha ido creciendo, jugando sus primeros partidos en el Marina y pa­sando después al Bansander siempre sin prisa. Su vida ha transcurrido allí sin demasiados contratiempos, como Frodo en La Comarca o Jesús en la carpintería de Nazaret.

 

Las primeras llamadas a la aventu­ra no tardaron en llegar una vez que recaló en el infantil B del Racing, que es cuando pasó a la segunda etapa. El talento de Pablo Torre se hizo eviden­te para muchos ojeadores y clubes y por eso le lanzaron numerosas ofer­tas desde un principio. Era el elegi­do, como Willow para llevar al bebé a lugar seguro o Neo para destrozar Matrix. Pero, como suelen hacer los héroes que siguen el esquema mar­cado, las primeras respuestas fueron de rechazo. Tanto el jugador como, sobre todo, su entorno dijeron que no a todas las ofertas que les querían alejar de La Albericia y de su propio Mundo Ordinario. También Atticus Finch renunció de primeras a defen­der a un joven negro acusado por un agricultor borracho y violento de ha­ber violado a su hija. Todo héroe dice no en un primer momento. También Harry Potter o Will Smith en ‘Men in Black’.

 

Tras el rechazo, lo que se produce, según el esquema trazado por Cam­pbell, es la llamada del maestro. Ésta se produjo la semana pasada, cuando Xavi descolgó el teléfono para hablar con Pablo Torre y convencerle de fi­char por el Barça adelantando así al Real Madrid, que se había movido antes. El cántabro confía en tenerle como guía una vez que vista de azul­grana y recibir las últimas enseñan­zas para moverse en la élite. El técnico catalán es Gandalf, el maestro Yoda o la bruja Aughra de ‘El Cristal Oscuro’. Por fin la perla de Soto de la Marina ha dado el paso y se va a adentrar en la aventura para la que parecía lla­mado desde un principio merced al talento que lleva dentro.

 

Lo que le queda ahora es atravesar el primer umbral, algo que pretende conseguir antes de cambiar el Medi­terráneo por el Cantábrico. Quiere adentrarse en la vorágine vestido de verdiblanco y alcanzando el ascenso que le permita llegar a Barcelona de mejor manera y con un poso y un re­corrido detrás; habiéndose convertido en el líder de la gesta aún con sólo 18 años. Los grandes aliados, los que ha­cen las veces de Han Solo, Chewbac­ca o Leia; de Aragorn, Boromir, Lego­las o Gimli; de Euríloco, el compañero de Ulises, o de Trinity, el de Neo en ‘Matrix’, son los de siempre. Están en casa. Porque Pablo Torre siem­pre ha estado bien rodeado de gen­te de fútbol que sabe cómo funciona este mundo y que le está enseñando a manejarse en él. Ahí está su padre Esteban, que habitualmente recibe la visita de tipos como Quique Setién, Paco Liaño u otra gente que no van a permitir que el héroe se pierda.

 

A Pablo Torre le quedan todavía muchas etapas por superar. Estaría en la mitad del camino, cerca de lle­gar al punto seis. En el futuro encon­trará nuevos aliados y enemigos que le pondrán a prueba. Tendrá que pe­lear por no olvidar nunca cuál es su origen. Porque ningún héroe lo hace. Ni siquiera Atticus Finch, que una vez que termina el juicio y supera la un­décima etapa, recoge sus cosas y em­prende camino a casa, donde de nue­vo saboreará la comodidad del porche y el calor sureño. Mientras abandona la sala, quienes han seguido su ac­tuación mandan levantarse a su hija, que lo ha visto todo desde la barrera. «Señorita Jean - Lousie, levántese... Su padre está saliendo», la dicen. Al ritmo que lleva, cada racinguista va a tener que ponerse en pie cada vez que Pablo Torre asome por el túnel de El Sardinero. No quedan muchas oportunidades de hacerlo.

 

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